sábado, 6 de julio de 2013

MUNDO PROFESIONAL.El porvenir de la profesión. La reducción del númerus clausus, una medida insuficiente e inadecuada

La pasada semana tuvimos noticia de la decisión del Consejo General de Política Universitaria, del Ministerio de Educación, de reducir un escaso 1,5% el número de plazas ofertadas para el acceso a los estudios de Medicina, que pasa de las 6.941 del curso que acaba de terminar a 6832 en el próximo curso. La decisión, positiva en lo que se refiere a la inversión de la tendencia previa, exigida por la realidad a que nos enfrentamos en el contexto actual de crisis económica, que tendrá sus consecuencias en la reducción del crecimiento futuro de nuestro sistema sanitario, no deja de ser tímida, pues es necesario un mayor recorte para adaptarnos realmente a la nueva situación, e inadecuada, pues se basa tan sólo en una parte del sector educativo universitario: las facultades de las Universidades públicas que así lo han solicitado. Detallemos un poco más el análisis.


1. Una reducción insuficiente 

La crisis ha hecho que las expectativas previas, que se basaban en proyecciones de crecimiento poblacional y económico positivas, hayan desaparecido, y que nos encontremos ante un nuevo horizonte sanitario para el futuro, desde el que hay que revisar las medidas adoptadas previamente. Si bien se planteó un objetivo anual de formación de médicos de en torno a 7.000, el frenazo poblacional y, sobre todo, económico, y el consiguiente parón que sufre el sistema sanitario, del que es probable que no salga con la misma capacidad de expansión que mostró en los años anteriores, han hecho que desde hace dos años se venga reivindicando un nuevo ajuste, esta vez a la baja, de citadonumerus clausus, para alcanzar una producción anual de en torno a los 5.500 nuevos médicos.

La primera gráfica (realizada ya en el año 2010 a partir de la demografía colegial y diferentes horizontes de incorporación de médicos) explica el por qué de la elección de esa cifra. Dado el tiempo necesario para que cualquier intervención sobre el acceso a la formación médica tenga efecto (unos 12 años), cualquier modificación que se introduzca ahora no cambiará las expectativas en la primera década, que tiene un perfil claramente creciente debido al esperado crecimiento poblacional, negativo o nulo. Pero para la segunda década sí que pueden verse las consecuencias de las decisiones que comencemos a tomar: mientras que una reducción inicial a 6.500 - 6.000 plazas tendería a la estabilidad de la ratio poblacional de médicos en niveles similares a los actuales, absorbiendo las numerosas jubilaciones que se van a producir hasta ese momento, a medio plazo habría que tender, de no cambiar las circunstancias, a unnumerus clausus de entre 5.500 y 6.000 plazas, con un patrón similar para la formación de especialistas.
Alguien podría estar pensando: "Entonces, hubiera sido mucho mejor no haber hecho nada, y haber dejado las cosas como estaban, con un numerus clausus de en torno a 4.000". Sin embargo, no se puede sostener razonablemente esa posición: en primer lugar, ¿cómo se podría mantener una formación MIR de entre 6.000 y 7.000 plazas anuales sin tender a incrementar al mismo nivel el número de médicos formados en España? Sería un absurdo planificador total. Pero, además, eso nos hubiera conducido a no evitar el desplome de la cifra de médicos, consecuencia de las numerosas jubilaciones que se prevén en un futuro próximo. La siguiente gráfica no muestra ese desplome, y cómo ni siquiera introduciendo ahora una fuerte elevación del numerus clausus, se compensaría ese desplome:

Es decir, que seguir igual nos hubiera colocado en mala posición para afrontar los futuros retos demográficos y sanitarios que se nos presentan. Lo importante es que, habiéndose introducido modificaciones, tenemos que vigilar la adecuación de las mismas, y ha llegado el momento de reducir, con decisión, el acceso a la formación médica. ¿De cualquier forma?






2. Una reducción inadecuada 

Llama la atención la forma en que dicha reducción se ha realizado. A diferencia de lo que parecía apuntarse desde el Ministerio de Sanidad, la reducción ha consistido, al parecer, en la mera aceptación del deseo de algunas facultades de reducir su número de alumnos. Da la casualidad de que todas esas facultades pertenecen a universidades públicas que, en lo que parece un ejercicio de responsabilidad para con su propia labor docente y para con el panorama sanitario nacional, han visto la necesidad de comenzar esa senda de reducción. Y ni siquiera todas han podido conseguirlo: el gobierno del Principado de Asturias impidió que así pudiera hacerlo la facultad de Oviedo.

El caso es que si la reducción del numerus clausus va a recaer tan sólo sobre las plazas ofertadas por las universidades públicas, se va a cumplir lo que el Foro de la Profesión Médica, en su fase fundacional, pretendía evitar con su denuncia a la multiplicación de facultades ya en 2008que se invirtiera la ratio entre universidades públicas y privadas en cuanto a la formación médica, introduciendo un importante factor de inequidad en el acceso a dicha formación. Por lo que parece, este camino queda francamente abierto, porque no parece probable que las facultades privadas vayan a limitar su oportunidad de negocio voluntariamente. Y tampoco parece que el complejo entramado gubernativo que concierne a este tema (dos ministerios y 17 comunidades autónomas) vaya a obligarles a ello.

3. Conclusión 

Parece que, siendo sensibles a la necesidad de reducir la producción de médicos, no existe aún un claro proyecto de planificación para el futuro de la profesión médica en su vertiente cuantitativa. El paso dado, tímido e inadecuado como ya ha quedado señalado, ha provenido de la decisión de algunas facultades de Medicina. Queda aún mucho por caminar para conseguir que exista una clara conciencia de la necesidad de planificar, y de hacerlo bien, el acceso a la formación médica.

Miguel Ángel García Pérez
AMYTS, Área de Formación y Estudios Profesionales