sábado, 14 de diciembre de 2013

CON FIRMA. SUMMA 112, Beteta y la relación con ignorancia, absurdo, ironía y asco, por Gloria Torres

Dra. Gloria Torres.
Estos días he podido leer la noticia de Europa Press según la cual Antonio Beteta, Secretario de Estado de Administraciones Públicas, ha declarado que el SUMMA 112 dejará de actuar en la capital madrileña, en la que “sólo y exclusivamente” intervendrá el SAMUR. Enseguida me han venido a la mente palabras como ignorancia, absurdo, ironía y asco:

  • ignorancia (del verbo ignorar, del latín ignorare -no saber-) como ausencia de conocimiento.
  • absurdo es un concepto que refiere al pensamiento irracional (lo contrario al pensamiento racional, que se aparta de la razón) y a la conducta extravagante (lo contrario de la conducta considerada como lo no normal o convencional). Es decir todo lo contrario a lo razonable.
  • ironía (disimulo o ignorancia fingida) es la figura literaria mediante la cual se da a entender lo contrario de lo que se dice. También se aplica el término cuando una expresión o situación parece incongruente o tiene una intención que va más allá del significado más simple o evidente de las palabras o acciones.
  • asco es la repugnancia producida por algo que incita a vómito o una impresión desagradable.
Y todo ello, ¿por qué? Pues por varias razones. Por un lado, porque se trata de un político sin ninguna responsabilidad actual ni en la gestión de la Comunidad Autónoma ni en la del Ayuntamiento de Madrid, por lo que no parece tratarse de una opinión cualificada y emitida con completo conocimiento de causa. Al menos, no tras un análisis público, profundo y suficientemente participado en torno al tema por quienes realmente pueden conocer, vivir y tener responsabilidad en ese tipo de decisiones.

Por otra, por las razón aducida de una pretendida sobreactuación en caso de catástrofes (¿quizás la del 11M, cuya gestión ha sido premiada y reconocida en múltiples ocasiones?) que originaba “espectáculo”. Lamentablemente, cualquier actuación de un servicio de urgencia no deja de ser un espectáculo por la preocupación lógica de cualquier ciudadano ante una situación de riesgo vital de otros conciudadanos. Siendo esto así por la propia lógica social, lo que no es entendible es que lo diga alguien que viene de la política, donde el espectáculo es la forma de actuar y, casi podríamos decir, de ganarse la vida, a pesar del coste económico que eso tiene para el conjunto de la sociedad: el espectáculo de las continuas inauguraciones, de los gastos fastuosos, de los escándalos de corrupción, del enfrentamiento continuo entre partidos políticos, de la interferencia entre intereses privados y públicos... Para colmo, espectáculos que no contribuyen, en absoluto a salvar ni una vida. Los nuestros, si es que alguien quiere llamarlos espectáculo, al menos sí lo hacen.

Además, se habla también de superávit en las cuentas de la capital, que harían posible la asunción, por parte del Ayuntamiento, de funciones que no le corresponden. Parece un insulto que en un momento como éste, con los servicios y las prestaciones sociales bajo mínimos, se pueda utilizar el superávit muncipal para asumir un servicio que ya está realizando otra Administración, y con tanto reconocimiento. Quizás, en el fondo, lo que se quiere es incrementar el espectáculo de la atención que salva vidas, pero eso sí, para beneficio puro y duro de la imagen del Ayuntamiento y no de sus ciudadanos.

Se habla también de ahorro (¿pero no había superávit?), lo que suena a reducir, al final de todo, el número de efectivos y recursos, ganando en eficiencia, pero... ¿a costa de qué? ¿Cuántos muertos o enfermos críticos atendidos a destiempo tendrán que contarse como consecuencia de esta medida?

No se puede hablar de la Sanidad, ni de la Educación, la Seguridad o cualquier otro de los servicios publicos, desde la perspectiva exclusivamente económica, y mucho menos desde un manejo que sólo quiere incrementar el espectáculo político. Tristemente, y aunque el principal patrimonio de un país son sus ciudadanos, muchos de nuestros políticos creen que el principal patrimonio de España son ellos mismos, los propios políticos, a cuyo servicio pretenden que se pongan el resto de los cuidadanos, cual si fueran señores feudales que pueden disponer de todo a su antojo. Eso sí, recluidos en sus nobles castillos y palacios, alejados de esos mismos ciudadanos, y dedicados a crear realidad virtual que mostrar a los medios de comunicación, debido a que no son capaces de construir una verdadera realidad que sea suficientemente digna como para no ser manipulada.

¿Comprenden ahora por qué pasaba, al principio del escrito, de la sensación de ignorancia a la de asco? Pues porque esto sí que es un espectáculo, pero un triste espectáculo. Lástima que esté alcanzando dimensiones internacionales.
Dra. Gloria Torres
Delegada de AMYTS en el SUMMA 112