sábado, 22 de febrero de 2014

MUNDO PROFESIONAL. "El porvenir de la profesión, una gestión basada en los profesionales", por Miguel Ángel García Pérez

Llevamos ya mucho tiempo oyendo hablar de la Gestión Clínica y de las maravillas que la rodean, llegándose a ser planteada como la panacea de los problemas del sistema sanitario, la solución a sus problemas presupuestarios o la alternativa a su privatización.


Las organizaciones profesionales, entendiendo que ofrece también una vía consistente hacia el reconocimiento del liderazgo, la competencia y el prestigio profesional, han incluido el concepto en el pacto, en vías de desarrollo, que firmaron con el Ministerio de Sanidad. Y siendo verdad que ofrece al menos una alternativa a la rigidez y fosilización de la gestión de nuestro sistema sanitario y al adormecimiento y desmotivación de los profesionales, no es menos cierto que no acaba ni de extenderse ni de conquistar el corazón de estos últimos, a quienes, con frecuencia, suena bastante extraña.

La razón quizás pueda estar en su procedencia. No es un término nacido de la práctica profesional, sino de las dificultades de quienes tratan de gestionar los sistemas sanitarios, reconociendo su incapacidad para liderar adecuadamente a unas instituciones en las que el conocimiento y el saber hacer se encuentra en manos de profesionales autónomos y competentes. De ahí la necesidad de incluir a estos en los mecanismos de gestión para vencer su supuesta resistencia a la intervención exterior sobre su actividad. El resultado es que, para muchos médicos, esto suena a un nuevo intento de controlar su ejercicio y, lo que es más, de sobrecargarlo adicionalmente con responsabilidades que no coinciden con su conocimiento y su quehacer profesional. Si, además, se insiste tanto en ello en época de carencia económica y dificultades presupuestarias, aún se complica la cosa y aparece ante ellos como un intento de intromisión economicista en su campo de acción.

Recuperar la idea para que realmente sirva al futuro de la atención sanitaria probablemente pase por rescatarla de su nacimiento. Gestión clínica es, primero, gestión de lo clínico, lo que supone que, antes de todo, estaba lo clínico, y estaba porque un colectivo de personas se dedicaba a ello. Recuperar el protagonismo de estas personas, que son las que realmente realizan la atención sanitaria, están comprometidas con ella y posibilitan y garantizan la humanidad de la misma, centrándola en el paciente, es un paso imprescindible para entrar sólidamente en la vía de la Gestión Clínica (o en cualquier otra vía que quiera tener visos de futuro).

Posibilitar la Gestión Clínica pasa, por tanto, por restaurar la confianza en los profesionales como principio organizativo del sistema sanitario. Dado que los ciudadanos confían en sus profesionales en el más alto grado, no es comprensible cómo la actitud de quienes gestionan lo público, tan mal valorados por esos mismos ciudadanos, pueden hacer de la desconfianza el patrón de gestión de lo sanitario. Hemos de terminar de una vez con esta invasión interesada de la política en el ámbito de la Medicina.

Sentada la confianza en los profesionales como eje de la gestión sanitaria, el siguiente paso será reconocer el absoluto protagonismo de estos en su funcionamiento. Se trata de un área donde cualquier influencia tiene que estar mediada por ellos y a través de ellos, lo que supone su reconocimiento como algo más que meros “recursos” humanos. Son ellos los responsables de la asistencia, y al servicio de su actividad deben ponerse los demás miembros de la organización, alcanzando hasta los niveles más elevados de la misma. La gestión sanitaria, para estar centrada, tiene que reconocer en todo momento la primacía de lo clínico.

Está claro que esto tiene una serie de exigencias para los profesionale, porque deben ser conscientes de su papel y de su responsabilidad:
  • responsabilidad de su actividad clínica, con la que deben estar comprometidos en todo momento desde la garantía y mejora de la calidad y de la competencia clínica, y desde la mejor prestación posible de los servicios sanitarios .
  • responsabilidad en la coordinación de su actividad con la de otros profesionales, necesarios para garantizar la adecuada continuidad del proceso asistencial.
  • corresponsabilidad en el funcionamiento de las instituciones sanitarias, en todos sus niveles (unidad, servicio, departamento...), de forma que se maximice la capacidad de estas últimas. 
Pero no parece que este proceso deba realizarse por “presiones” provenientes de fuera de los profesionales, ni controlado o exigido por las estructuras de gestión. Éstas, más bien, deberán realizar un proceso de retirada, ya que por sí mismas no garantizan una mejor orientación hacia el paciente, sino que tan sólo pueden facilitarla, y no pueden ocupar un espacio que, a la vez, pretenden que ocupen los profesionales. El control no puede ser por más tiempo su función, y habrá que dejar éste en otras manos más representativas y apropiadas, que habrán de ser las que marquen las referencias que guíen la marcha del sistema sanitario.

Como vemos, estamos ante un proceso largo y complejo, en el que habrá que ir avanzando. Ya se está haciendo gestión clínica en cada decisión que toman los profesionales a diario (es decir, no partimos de cero), y no podemos confundir Gestión Clínica con una forma determinada de organización del sistema sanitario, como puede parecer de forma excesivamente simplista para los inventores de humo. Los profesionales habremos de recorrer este camino con responsabilidad y aplomo, y no siguiendo el ritmo marcado por intereses ajenos a lo sanitario.

Miguel Ángel García Pérez, médico de familia, doctor en Medicina 
y director médico de la Revista Madrileña de Medicina